No pares ama, ya casi está
Me gusta Greg Rucka. Me parece un guionista de lo mejorcito del panorama actual. Un tipo oscuro, como el Batman que le ha catapultado a la fama, pero a la vez un excelente narrador, con un buen sentido del ritmo; no se complica mucho y siempre coloca bastantes dosis de acción en sus historias. Como no podía ser de otra manera en "Viuda Negra: Pálida arañita" podemos observar todas sus virtudes y defectos.
Asistimos a un salto cualitativo de algunos personajes de los cómics.
Por fin las editoriales se han dado cuenta de una cosa: aunque los personajes
no cambien, los lectores nos hacemos mayores. Este es un cómic para
adultos. Olvidaos de aquella Natasha Romanoff que saltaba junto a Daredevil
por la Cocina del Infierno de Nueva York con traje sugerente, aunque de actitud
fría como la nieve moscovita y que permanecía alejada del mundo
real y vivía en esa extraña nebulosa que envolvía a casi
todos los héroes enmayados. Sí, los problemas reales parecían
no molestarles mucho. Estaban demasiado ocupados salvando el mundo de grandes
villanos como para preocuparse del sexo, de pagar impuestos, de sacar a pasear
al perro, de sus instintos sociales... Por eso, para romper con esa inercia,
Marvel ha potenciado su serie Max. Una serie donde podemos encontrar material
para lector adulto y donde los personajes son esclavos de sus pulsiones, un
mundo algo más tangible desde el punto de vista freudiano.
Pues bien, Rucka es el encargado de llevar a la recién nombrada Viuda Negra, Yelena Belova (ha sustituido a la Romanoff), a una nueva misión para la inteligencia rusa. Ahora es una espía recién salida de la academia que se enfrenta a un duro trabajo: encontrar al asesin@ de su tutor y amigo, el teniente coronel Starkovsky. Guapa (bueno... bastante más que eso), letal, preparada, inteligente y con una deuda pendiente. Una combinación explosiva que hace de ella un arma fundamental para el ejército del gran oso rojo.
La historia comienza cuando aparece el cadáver de Starkovsky en los
bajos de un prostíbulo de sadomasoquistas en Moscú. El finado
está encadenado a una cruz de madera. Hay brasas ardientes cerca, látigos,
capuchón de cuero (de esos con bola en la boca)... La investigación
le llevará a descubrir al asesin@ y a perfilar varios aspectos psicológicos
para el futuro de la Viuda Negra.
No hablaré mucho del dibujo de Igor Kordey, no me hace mucha gracia,
ni el entintado ni el coloreado. Todo lo contrario que las portadas (tres
en la edición americana, de Greg Horn) que son espectaculares. Así
que estamos ante una obra que en su estadio gráfico no pasa de la media,
pero a la que el guión hace subir varios puntos. Mezclemos sexo salvaje
con muertes, enfermedades mentales, bajos fondos, suciedad emocional y varios
crímenes. Un buen batido. Tenemos ante nosotros un cómic con
un final y un principio muy buenos. Lo cual nos hace preguntarnos qué
era lo primero que estaba planteado por Rucka en su cuaderno. El desarrollo
es correcto aunque también muy efectista. Por todos estos motivos me
puse a leer y no lo dejé hasta terminarlo. Me decía: un poco
más, que ya casi está.
LUIS MIGUEL ARTABE