Viernes: Debido a que llovía a cántaros mientras nos acercábamos a pie al multiusos sede del festival, no pude llegar a oír a los dos primeros grupos, Dorian y Second, aunque oí buenos comentarios de los últimos. Para mi desgracia sí llegué a escuchar a Luxury 54, un dúo para el olvido. El último grupo que ofreció su directo en el escenario Vibraciones Pop fue Juniper Moon, que me recordaron a ese Punk-pop que hacen Killer Barbies desvirtuado por la mala acústica del hall en el que estaba instalado el escenario.
Tras unas cuantas canciones correctas, con un batería que lograba destacar un poco sobre la masa de sonido que nos regalaban los técnicos, comenzó en el escenario principal el plato fuerte del día y, sin duda alguna, del festival, pues la diferencia global de calidad de un día para otro era notable. Abrieron este escenario los ingleses Serafín, un grupo fresco con un cd bastante aceptable que sin embargo no supieron plasmar frente al público. Un cantante completamente estático y un sonido muy embarullado y poco definido acabaron por decepcionarme, si bien es verdad que esperaba, ahora lo sé, demasiado de una banda que acaba de saltar a la escena internacional y que supongo y espero que sea cuestión de tiempo o de mejor ocasión el que ofrezcan un directo más digno.
Era el turno de Deluxe. Muy buen concierto, muy buen sonido, muy buena puesta en escena, demasiadas versiones (tremendamente bien interpretadas). Este grupo en directo llevan a la práctica la teoría del perfecto equilibrio entre protagonismos. Cada uno hace lo que tiene que hacer, lo hace bien y además a poco que te fijes vas a captarlo todo. Un gran directo con un final original y llamativo, me gustaron a pesar de no ser un grupo al que haya escuchado demasiado.
Llegaba un momento difícil de la noche. Elbow ofrece un tipo de música que hay que escuchar en directo para apreciarla en su totalidad. Su cd debe ser abordado en el momento adecuado o corre el riesgo de resultar aburrido (personalmente me lo parecieron cuando les escuché de camino a Santiago). Pero ¡ah amigo, menudo pedazo de grupo! Juegan con las intensidades perfectamente, crean el clima, lo transforman, envuelven al público en él. A esto hay que añadir que son muy buenos músicos. Sin duda alguna fueron la sorpresa de la noche, se reflejaba en los comentarios de la gente.
Quedaba lo mejor. Coge al líder de una de las bandas más importantes de los 90 y seguramente de la historia del Rock alternativo, añádele unos años de madurez, rodéale de unos músicos acojonantes y tendrás a Frank Black and the Catholics. Un directo impactante, perfecto, animado con cuatro temas de los Pixies (que el público entonó como si fueran himnos generacionales) y un virtuosismo de los que gustan ver y oír en un grupo de Rock. Me duele pero tengo que poner un pero: así como el sonido mejoró a lo largo de la noche, no se puede pretender dar más fuerza a las composiciones de un grupo mediante la subida descontrolada del volumen del bajo. No sé si era cosa de los técnicos o deseo del grupo pero en ocasiones resultaba excesivo (creo que algunas notas del bajo me pararon el latido del corazón dos o tres veces).
Y para terminar Placebo. Lo de siempre, que no por eso tedioso. Enormes encima del escenario, cómodos en su mezcla de canciones tranquilas llenas de fuerza y canciones cañeras llenas de más fuerza todavía. El bajista es un showman, se mete al público en el bolsillo cuando Brian está ocupado sacándole un sonido tremendo a su guitarra. El batería un cabrón, no se puede tocar así de bien con esa facilidad. Con respecto a los temas elegidos tengo que decir que acertaron como siempre ya que mezclaron sus clásicos con temas de su nuevo cd. Aunque no tendrían ningún problema en tocar todas las nuevas canciones, el público las conoce y se las sabe; van a cantar lo que sea mientras sea Placebo. Teníamos una esperanza: que Frank Black saliera a cantar Where is my mind? con Placebo, pero no pudo ser. Brian anunció la última canción, una canción de los Pixies, dijo, y el recinto multiusos de Santiago se vino abajo. 5000 almas cantando este clásico fue el mejor final para una noche impresionante.
Sábado: el buen día que amaneció animaba a ir
pronto al recinto del festival, pero claro, ya no tenemos edad para hacer
excesos y después de la noche anterior llegamos para ver a Clovis (último
grupo del escenario Vibraciones Pop). Bastante bien, buena música,
demasiado tranquila en algunos momentos tal vez, una cantante femenina con
una voz super grave; me gustaron, no harán historia en el Santirock
pero cumplieron con creces.
Y de repente vimos sobre el escenario principal (sí, sí, aquel en el que la noche anterior Placebo, Frank Black, Elbow y Deluxe habían dado una lección a más de un virtuoso de cómo hacer un pedazo de concierto y dejarse de mamonadas) a una especie de ente amorfo escupiendo lo que pretendían ser canciones. Ellos, a partir de ahora los-que-no-quiero-nombrar, parecen sacados del fondo del contenedor musical más grande del mundo, con un batería que sobra no porque lo haga mal sino porque no hace, un cantante desafinando incompresiblemente durante una larguíííííísima hora y algún componente más que si estaba allí sinceramente no me di cuenta. Y lo peor de todo no era escucharles ni verles, sino observar como una gran parte del público disfrutaba con su actuación. No digo que no haya gente a la que le guste los-que-no-quiero-nombrar, sino que me parece preocupante que la haya. Es sin duda alguna el peor concierto que he visto en mi vida (y no son pocos), porque grupos que no me gustan o que crea que no lo hacen bien hay muchísimos, pero no de semejante calibre amplificado por la entidad del escenario que estaban mancillando.
(Cómo me jodería haber ofendido a alguien, si es así le animo a que haga otra crítica un poco menos objetiva.)
Chucho tomó el delicado relevo de los-que-no-quiero-nombrar y salió al escenario para ofrecer uno de los mejores conciertos de la noche. Canciones que prometían sólo lo que iban a cumplir, casi siempre bueno, y una profesionalidad digna de la formación de la que proceden.
La Buena Vida no es un grupo que me guste, les puedo escuchar, pero no tienen jugo que yo pueda aprovechar. Sin embargo, viendo cómo pintaba la noche decidí disfrutar lo máximo posible de todo lo que me encontrase (incluyendo la cerveza, ¡qué mala dios mío!) Se nota que este grupo tiene tablas y un nutrido grupo de seguidores después de seis discos. Buena ejecución y canciones sentidas, mucho más que suficiente para hacer tiempo.
Si la gente se agolpaba cerca del escenario durante el concierto de La Buena Vida, en el momento de salir Suede al escenario la avalancha se multiplico por diez. Un grupazo, canciones buenísimas, grandes músicos, una puesta en escena espectacular y un artistazo como líder. El señor Anderson canta en directo como muy pocos (una perfección que me recuerda a Bowie entre otros), se le nota cómodo encima del escenario, tienes poses y movimientos para cada instante de la actuación y emana glamour por cada poro. Es uno de esos directos que te convierten en seguidor incondicional del grupo si aún no lo eras. No se dedican a promocionar su nuevo disco, se ofrecen enteros, y eso es de agradecer por parte de un público que aclamó todas y cada una de sus canciones. Sin duda alguna lo mejorcito de la noche y de los últimos conciertos a los que he asistido.
El orden original era primero Hoggboy y para cerrar Suede,
pero hubo un cambio en las semanas precedentes al festival debido a que los
organizadores consideraron que al dar más tiza Hoggboy que Suede sería
mejor poner a los primeros como cierre del festival (siempre se cae en el
mismo error, más ruido no significa más caña, se puede
dar una intensidad brutal a una canción usando al sonido limpio continuamente,
pero bueno).
Los ingleses Hoggboy ofrecen un Rock muy potente, tienen buen directo y es
uno de esos grupos que se disfrutan a un volumen ensordecedor y entre muchos
empujones y codazos. Con respecto al disco hay que decir que suenan mucho
más sucios en directo, con guitarras más atronadoras y protagonistas.
Tienen un buen grupo de canciones que pretenden encarnar el Rock más
puro y clásico, aún sabiendo lo difícil que resulta serlo
hoy en día. No son originales en esencia pero sí en cuanto a
frescura y composición. Muy buena nota para estos gemelos malos (de
malicia, no de mediocridad) del sonido Strokes.
Muchas cosas se me quedan en la cabeza, pero suficiente paliza os he dado. Alguien puede pensar ¿y qué pasa con las perras dj´s y buenavista dj? ¿Se te han olvidado?, no hija no, por desgracia no se me han olvidado.
Un saludo amigos y amigas.
Crónica: Nahum Cobo
Fotos: Hector Garate