MACBETH

HAMLET - Escena VIII

HAMLET y dos cómicos - Salón del Palacio.

HAMLET.- Dirás este pasaje en la forma que te le he declamado yo: con soltura de lengua, no con voz desentonada, como lo hacen muchos de nuestros cómicos; más valdría entonces dar mis versos al pregonero para que los dijese. Ni manotees así, acuchillando el aire: moderación en todo; puesto que aun en el torrente, la tempestad, y por mejor decir, el huracán de las pasiones, se debe conservar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. A mí me desazona en extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera, que a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y desgarra los oídos del vulgo rudo; que sólo gusta de gesticulaciones insignificantes y de estrépito. Yo mandaría azotar a un energúmeno de tal especie: Herodes de farsa, más furioso que el mismo Herodes. Evita, evita este vicio.

CÓMICO 1.º.- Así os lo prometo.

HAMLET.- Ni seas tampoco demasiado frío; tu misma prudencia debe guiarte. La acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la acción, cuidando siempre de no atropellar la simplicidad de la naturaleza. No hay defecto que más se oponga al fin de la representación que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a la naturaleza un espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su propia imagen, cada nación y cada siglo sus principales caracteres. Si esta pintura se exagera o se debilita, excitará la risa de los ignorantes; pero no puede menos de disgustar a los hombres de buena razón, cuya censura debe ser para vosotros de más peso que la de toda la multitud que llena el teatro. Yo he visto representar a algunos cómicos, que otros aplaudían con entusiasmo, por no decir con escándalo; los cuales no tenían acento ni figura de cristianos, ni de gentiles, ni de hombres; que al verlos hincharse y bramar, no los juzgué de la especie humana, sino unos simulacros rudos de hombres, hechos por algún mal aprendiz. Tan inicuamente imitaban la naturaleza.

CÓMICO l.º.- Yo creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.

HAMLET.- Corregidle del todo, y cuidad también que los que hacen de payos no añadan nada a lo que está escrito en su papel; porque algunos de ellos, para hacer reír a los oyentes más adustos, empiezan a dar risotadas, cuando el interés del drama debería ocupar toda la atención. Esto es indigno, y manifiesta demasiado en los necios que lo practican, el ridículo empeño de lucirlo. Id a preparaos.

Vuelve el festival de invierno de Torrelavega. Cada año resulta más complicado hacerse de un par de localidades para ver las obras que nos resultan interesantes, una vez se agotan los abonos y se cumplen, suponemos, los compromisos de rigor, quedan muy poquitas entradas a la venta para los del vulgo. Así que como no te espabiles te quedas en la calle con las ganas de ver la obra. Esperamos que cuando se termine el teatro nuevo se acaben también parcialmente al menos este tipo de problemas.

Tenía bastantes ganas de ver Macbeth ya que tengo especial simpatía por Shakespeare, y este es uno de sus textos que aun no me había leido, así que cuando nos enteramos de que venía el montaje interpretado por Eusebio Poncela no lo dudamos ni un segundo. La verdad es que una parte de mi esperó durante toda la obra que Eusebio se bajase a insultar al público, como hacía Dante en Martin H. pero pero finalmente no sucedió nada de eso.

Para quien no conozca el texto decir que Macbeth es una tragedia que narra la traición del personaje principal al rey de escocia, a quien quita la vida en un plan tramado junto a su mujer para hacerse con el trono del pais. Es una tragedia sobre el sentimiento de culpa y el destino, salpicada como todas las de hamlet de ironía, dramatismo y algunas gotitas de muy fino sentido del humor.

El montaje preparado por María Ruiz y Ronald Brouwer resultó bastante convincente, con un escenario bastante moderno, inclinado hacia el público y con un espejo en el fondo que fue aprovechado muy sabiamente por el equipo técnico de luces, creando transparencias, y dividiendo el escenario en diversas zonas que físicamente no existian. La verdad es que en los últimos años estamos viendo muchos módulos escénicos de ese tipo, y por una parte es agradable ver como se pueden atacar los textos clásicos en escenarios tan modernos, aunque por otra nos queda el resquemor de no conseguir nunca ver una obra con un concepto más clásico.

Lo mismo sucedió con la manera de interpretar especialmente de Eusebio Poncela. En algunos momentos absolutamente shakespeariano, incluso un poco sobreactuado en cuanto a los gestos y las entonaciones de algunos fragmentos, y sin embargo intercalando en algunas ocasiones fragmentos dichos con total naturalidad, de una manera mucho más moderna y nada teatral.

La verdad es que la obra tuvo momentos muy buenos, como el inicio fantasmagorico con las tres brujas (Un tanto Nazgul, todo hay que decirlo) de cara cubierta y una coreografía realmente siniestra adornada con humo y luces rojas. Pero también es cierto que tuvo algunos bastante más flojos, como toda la parte final con Eusebio bastante forzado a la hora de hacer creer las visiones del Rey Macbeth, las proyecciones del puñal dando vueltas sobre el espejo de fondo o los reporteros de guerra que micrófono en mano suplieron al tradicional narrador.

Puestas en una balanza, las buenas y las malas, el resultado fue positivo, pero también hay que tener en cuenta, que el texto es tan bueno que es dificil que defraude a quien, como era nuestro caso, lo escucha por primera vez.

Oskar Sánchez