Hemos pasado una tarde agradable de Sábado en el teatro, y nos apetece compartirla con vosotros. No podíamos dejar pasar la oportunidad de ver la adaptación que Fernando Savater ha hecho del clásico de Oscar Wilde para el teatro, así que nos acercamos a el palacio de festivales de Santander. Bajo la dirección de María Ruiz se encontraban entre otros José Luis Pellicena, Juan Carlos Naya y extrenadose como actor de teatro Eloy Azorín al que muchos conocerán por su papel en Todo sobre mi madre, de Almodovar.
Lo cierto es que la experiencia de unos y otros actores se hizo notar a lo largo de la obra, quedando algunas partes un pelín sobre actuadas para mi gusto, pero en general el nivel de la representación fue bueno. La escenografía estaba bastante cuidada en algunos aspectos, con un montaje sobrio pero muy elegante y funcional, aunque la representación del retrato quedó un tanto moderna y chocante con el resto de la ambientación.
Como punto más algido de todo el montaje destacaríamos sin duda el vestuario de los actores, muy cuidado y escogido con muy buen gusto, de hecho estuvimos todo el descanso charlando sobre lo chulas que eran las levitas y los abrigos que habían ido luciendo los actores y actrices.
Sin embargo hubo otro pequeño punto en la adaptación que a mi me resultó particularmente molesto, y es que parece ser que en las adaptaciones modernas de obras clásicas no podemos resistir la tentación de mostrar de una manera más evidente lo que el autor en su dia no había podido contar a las claras. Todo el pequeño ambiente bisexual que se deja entrever en la obra de Wilde quedaba aquí mostrado de una manera mucho más evidente, a mi me parece una pena, porque pierde la sutileza que tenía que ser usada en la época para tratar ese tema, y por tanto en cierta media lo descontextualiza de su marco natural.
Pero tal vez resulta que como comentaba mi amigo Nahum en el descanso, al final sólo vamos al teatro a buscar imperfecciones, y así leido el comentario de tirón no parece reflejar lo agradable que fue la tarde, y cuanto disfrutamos con la fina ironía de Wilde y este montaje que te recomendamos que no dejes pasar si llega alguna vez a tu ciudad.
Comentario - Oskar Sánchez
Fotos - Javier Naval